FESTIVAL CAPITAL 2014: ENTRE LA MÚSICA Y LA LLUVIA (DÍA 1)
Por Francisco Zamudio
Fotografías: Cortesía OCESA
* Destacables participaciones de The Ghost Of A Saber Tooth Tiger y Jack White.
* La lluvia y tormenta eléctrica que azotaron el Autódromo Hermanos Rodríguez, desataron una ola épica de quejas, lamentos y disgustos en redes sociales. Massive Attack canceló su actuación a los pocos minutos de iniciada.
Por primera vez desde su arranque en el 2010, el Festival Capital se enfrentó a un atípico episodio de lluvia torrencial acompañado de una fuerte tormenta eléctrica, lo que provocó una suspensión temporal de actividades. Esta a su vez, detonó una serie de situaciones que no le permitieron disfrutar del todo a los 85 mil asistentes, de la extensa oferta musical desplegada el pasado 11 de octubre, lo cual enmarcó con un sabor agridulce su primer día de actividades.
Deafheaven, Black English, MØ y Ricoshei dieron inicio a la actividad musical del festival, que para las 15:30 horas recibió en el Escenario Light a Cults, banda estadounidense de indie pop cuya actuación, curiosamente, estuvo envuelta en un calor asfixiante, húmedo.
Cults: Indie pop de suaves impulsos
Un rápido “¡Hola!” y Madeline Follin, la lideresa del grupo neoyorquino inició su actuación con “High road”, proveniente de su más reciente álbum, titulado Static. Mientras que “Abducted” fue recibida con aplausos y cientos de encendidos piropos hacia la cantante, ella agradeció a su público con un “¡Hola a todos! Esto es increíble. Es nuestra segunda vez en México y los amamos, gracias”, antes de interpretar “Always forever”.
La dulce aunque aguda voz de Madeline, dirigió un entorno sonoro de connotaciones atmosféricas edificado por dos sintetizadores, guitarra, bajo, batería e instrumentos poco convencionales como una marimba electrónica, la cual encuadró esos tonos edulcorados que tanto le gustan a ese vasto sector de jóvenes, que acudieron a escuchar también “Never heal myself” y “Go outside”, donde Brian Oblivion prometió regresar pronto.
The Ghost Of A Saber Tooth Tiger: Hijo de tigre… pintito
Hacia las 16:08, dos minutos antes de lo anunciado en el programa oficial, se abrió una puerta dimensional en el tiempo sobre el escenario principal. Vestido de negro, con unos lentes de pasta de gota amplia cubriéndole los ojos y enarbolando una guitarra eléctrica Fender Jazzmaster entre sus manos, Sean Taro Ono Lennon apareció y saludó en un español casi perfecto: “¡Hola amigos!. Es un honor para nosotros tocar para ustedes ¡cabrones!”.
Los Beatles son, sin lugar a dudas, la agrupación extranjera más amada en México que nunca pudo tocar en el país, debido a una decisión unilateral de quien regenteaba los destinos del Distrito Federal en 1965. Y que Sean Lennon surgiera desde atrás del stage para saludar a la multitud bajo cielo del Aztlán, es lo más cercano que los seguidores del Cuarteto de Liverpool estarán jamás de su padre, John Lennon, el finado fundador del Cuarteto de Liverpool.
La parte medular de la música de The GOASTT es la psicodelia. Por eso apareció en su set list “Long gone”, cover a uno de los artífices del género en Inglaterra, Syd Barrett, fundador de Pink Floyd. Pero además se siente en su música el sabor del folk, del avant-garde, del rock, el pop y, por supuesto, parte del legado del papá de Sean, sobre todo en lo que se refiere al uso de las armonías vocales.
Lo anterior quedó ampliamente manifestado en “Animal”, “Poor Paul Getty” y sus referencias a la época más sicodélica de The Beatles en “I am the walrus”, pero sobre todo en “Moth to a flame”; una recreación post-milenaria de la colaboración más recordada entre John y Yoko en el disco Abbey Road: “Because”.
“Esta canción se llama… disculpen mi español… ‘El Diablo’”. Así presentó Sean su canción “Devil you know”, invocada del más reciente álbum de la banda, Midnight Sun, edificado junto con su pareja creativa y sentimental, Charlotte Kemp Muhl, así como varios músicos invitados con quienes crean esos ambientes psicotrópicos que incitan al vuelo mental, a la intoxicación de los sentidos por medios químicos o naturales, a sacar el alma del cuerpo. Todo un viaje.
Black Kids: Diversión de peso completo
Media vuelta y dirigir los pasos de nuevo hacia el Escenario Light para ser testigos de una actuación energética, agitada, de mucho beat en los zapatos. La banda estadounidense de synthpop e indie rock Black Kids, puso a saltar y a bailar a todos gracias a ganchos adrenalínicos tipo “I’m not gonna teach your boyfriend how to dance with you” y “I’m making eyes at you”.
Reggie Youngblood, Dawn Watley, Kevin Snow, Owen Cohen y Ali Youngblood salieron a divertirse y a contagiar de buenas vibras a quienes quisieran escucharlos: “¡Quiero escucharlos!” gritó varias veces el vocalista de la banda, mientras abajo la gente entonaba porras futboleras: “Oe, oe oe oe, Black Kids, Black Kids”, gritaba la muchedumbre. Un cover a Los Smiths, “There is a light that never goes out” surcó el aire y la banda se despidió con “Hurricane Jane”.
Best Coast: Pop divertido para un atardecer de igual talante
El proyecto californiano regido por Bethany Cosentino y Bobb Bruno, continuó con el mood divertido de los Black Kids. Para la ocasión, transformaron la melodía de “Sun was high (so was i)” y la llevaron de una atmósfera original ligeramente enrarecida a una dosis de melodía apta para festivales.
“The only place” antecedió a “Who have i become?” de su EP Fade Away del 2013 y, por supuesto, uno de sus sencillos más reconocidos, “Boyfriend”, sonó además por los altavoces del main stage, que para esa hora, las seis de la tarde, lució una congregación bastante extendida de personas que deambulaban de un escenario a otro en su mayoría acompañados de sus amigos o parejas.
Jenny Lewis: Alma campirana
Jennifer Diane “Jenny” Lewis, una actriz devenida en cantante que para 1998 resolvió fundar una banda llamada Rilo Kiley, surgió con un elegante y níveo traje sastre en la pasarela Light poco después de las 6 de la tarde.
Por supuesto, su actuación se vio ampliamente influenciada por aquella agrupación y temas como “With arms outstretched”, “Just one of the guys”, “The moneymaker”, “A better son/daughter” y “Silver lining”, cuya introducción de guitarra suena a homenaje encubierto a “My sweet lord” de George Harrison, estuvieron incluidas en su actuación.
“Head underweather” de su más reciente álbum solista, The Voyager, una pieza con toques electrónicos, también deambuló sobre las cabezas de quienes se acercaron a sentir las claves countries de su música, despidiéndose con “Love u forever”, del mismo disco.
Little Dragon: Presencia europeo-electrónica
Propuesta electrónica con pizcas de soul y trip hop intercaladas entre las frías programaciones. Desde Suecia, Yukimi Nagano aterrizó en estas latitudes para enviar complementos calóricos a través de su voz.
“Little man” por ejemplo, es una canción que flota melódicamente, llevándose a sus fans sobre sus mecedoras notas, en tanto que “Klapp klapp”, de las más coreadas durante su show, te golpea la cara con golpeteos rígidos, constantes.
“Please turn”, el corte abridor, así como “Only one”, el track que los despidió, dejaron huella entre los incondicionales de los ambientes electrónicos, lo cual contrastó para todos los demás, con la siguiente actuación, celebrada enfrente.
Conor Oberst: Fiereza escénica y cuerdas rotas
A sus 34 años, Conor Oberst ha estado envuelto en más bandas y proyectos solistas que muchos de sus contemporáneos. Desafortunadamente, sólo disponía de una hora para amalgamar toda esa experiencia y mostrarla ante un público cautivo, atento.
A través de canciones de ideas anteriores, en la vena de los Bright Eyes o Conor Oberst And The Mystic Valley Band, el compositor y cantante vino a destilar poder y enojo. Lo mismo rasgó con fuerza una guitarra acústica que una eléctrica. De hecho, terminó su exposición, una que tuvo algunas pausas para afinarse, con una cuerda rota de su Fender.
Pero eso no le importó. Escoltado por una estupenda banda de acompañamiento, donde instrumentos como trompetas o un órgano Hammond salieron a relucir, el músico interpretó, entre otras canciones, “Old soul song (for the new world order)” y “Roosevelt room”, donde se quejó “de una mierda que lo separaba de su afición a la que amaba”, refiriéndose a las vallas metálicas colocadas entre él y la gente.
Al final dejó su guitarra sobre un amplificador para que se escuchara un taladrante feedback, lanzó besos al aire, hizo el símbolo del “amor y paz” con su mano derecha, cogió su bebida y se fue, no sin antes dejar el Escenario Light, en estado de ebullición.
A las 9 de la noche, tras observar que en el escenario principal aparecía un acto de música electrónica dura, de electro house para ser más exactos, orquestado por el DJ y productor ruso-germano Anton Zaslavski, aka Zedd, el que esto escribe se dirigió a la carpa de Prensa que el Festival Capital habilita año con año para la cobertura del show y, desde ahí, fui testigo del primer Apocalipsis del evento en el último lustro.
La tormenta eléctrica y sus funestas consecuencias
La lluvia comenzó a caer con celeridad. Cada vez más rápido, cada vez más dilatada. Pero no lo hizo sola, venía escoltada de una tormenta eléctrica de pronóstico reservado. Por seguridad, se declaró una suspensión temporal del evento. El escenario donde estaba presentándose Massive Attack no pudo seguir en operación y la célebre banda inglesa sólo tocó 20 minutos hora y media programada.
Pasaron muchos minutos y el diluvio no daba señales de terminar. Después de un rato, los directivos del área de prensa nos comunicaron primero que el Festival Capital se había suspendido, para después, informarnos oficialmente que estaba cancelado, porque Protección Civil del Distrito Federal ya había tomado cartas en el asunto. Resignados, sólo esperábamos el momento propicio para partir, cuando de la nada surgió la información de que el espectáculo seguía con Jack White.
Jack White: Paranoia esquizoide de esencia bluesera
¿Jack White?, ¿no seguía MGMT en el Escenario Light? Teóricamente sí, pero uno de los integrantes de la banda o alguien del staff, no se veía a la distancia, salió, a las 11:36 de la noche, a comunicarle al público por los micrófonos: “Lo sentimos mucho, pero MGMT tocará después del Sr. Jack White”.
A las 23:42 apareció entonces el ex líder de The White Stripes. “¡Hola! No puedo creer que hayan esperado todo este tiempo, gracias”, dijo para cincelar en el ambiente una de las representaciones sónicas más dementes, estólidas y esquizofrénicas de toda la jornada.
Canciones de su nuevo álbum solista como “Lazaretto” o “High ball stepper”, se combinaron con piezas invocadas de The Raconteurs tipo “Steady as she goes” y, por supuesto, de la banda que lo alzó a la cima como uno de los mejores rockeros de los primeros dos miles: The White Stripes.
“Dead leaves and the dirty ground” y “Hotel Yorba”, sacaron chispas de los sistemas de amplificación del main stage del festival Capital. Un torbellino sónico terminó por empapar los cuerpos de los que, haciéndole caso a su corazón más que a las indicaciones de la policía de que el evento se había cancelado por la tormenta, se quedaron después del torrencial aguacero y recibieron su premio.
A las 12:40 Jack se retiró y todos pensábamos que las inclemencias del tiempo habían provocado que el cantante recortara su concierto a sólo una hora. Pero no, cuatro minutos después volvió con la misma energía hasta pasada la una de la mañana y dar por concluido su energético show con un himno de la primera década del Siglo XXI: “Seven nation army”.
La muchedumbre coreó todos los riffs de guitarra contenidos en el célebre track, que su creador tocó para la ocasión en uno o dos tonos debajo de la versión original. Pero eso no importó, la mancha humana se movió de un lado a otro al compás de la música: “Dios los bendiga”, gritó White y enseguida dirigió el último acorde.
A la 1:17 del domingo 12 de octubre, tres horas y 17 minutos después de lo programado, el dúo estadounidense de neo-psicodelia MGMT tomó finalmente las instalaciones del Escenario Light, dispuestos a cumplir con su compromiso ante el público mexicano.
Tras de un ataque de frío, donde la mandíbula comenzó a cerrarse mientras la banda tocaba “Flash delirium”, quien esto escribe le hizo caso a la advertencia corporal e inició el éxodo hacia su hogar.
Todavía faltaba una hora de negociaciones con la mafia de taxistas apostada afuera de las puertas 8 y 9 del Autódromo Hermanos Rodríguez, que pretenden cobrarte hasta 500% más de lo que marcarían usualmente los taxímetros, pero la misión había sido cumplida, al menos en un 50%. Todavía quedaba más festival unas horas más tarde.
Jorge
Excelente crónica, ansioso por leer el segundo día